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Alberto Zuluaga (Tübingen)

 

Los "enlaces frecuentes" de María Moliner. Observaciones sobre las llamadas colocaciones.

Así como el crepúsculo participa de la noche y del día y las olas de la espuma y del agua, dos elementos de naturaleza dispar inseparablemente integran el libro

Jorge Luis Borges.

 

 

 

 

Not every wordstructure represents a collocation. Collocations are hipotactical lexeme combinations, which have become stable throught repetitive use. Their interpretation follows the syntactic and semantic rules of the respective language. Although one can differentiate them conceptually without any difficulties, it is often very hard in the lexicographic and didactic practice to separate them from other similar wordcombinations. Collocations are, so to speak, transitional phenomena between free structures and phraseological units. They are good examples of thegraduality and the dynamics of the facts of language. In the following text I attempt to outline the characteristics of collocations, illustrate them especially with Spanish examples and indicate possibilities of their analysis from different points of view.

0.0 Con el término "colocación" se entienden actualmente conceptos diferentes y hechos lingüísticos heterogéneos. Quien consagró este término (J. R. Firth 1951: 194: "I propose to bring forward as a technical term, meaning by 'collocation', and to apply the test of 'colocability'"), parece haberlo entendido como mera combinación, o combinabilidad, de palabras. Ésta era para él uno de sus llamados "modes of meaning".1 Firth indicó el carácter distribucionalista de su análisis y, destacando el criterio de la frecuencia de empleo, distinguió entre colocaciones usuales y colocaciones ocasionales o restringidas ("This kind of study of the distribution of common words may be classified into general or usual collocations and more restricted, technical or personal collocations", Firth, (1951: 194). En Firth (1968) presenta y describe una larga lista de estructuras y 'colocaciones' en las que interviene el verbo inglés get, indicando, además, en cada subgrupo la relación con los que él llamó contextos de situación ("contexts of situation"). Este punto de vista del contextualismo británico, según el cual, "colocación denota toda combinación de palabras" (Hausmann 1985:124), ha encontrado ulterior desarrollo y útiles aplicaciones lexicográficas, como por ejemplo, Dzierzanowska et al. (1982), Benson et al. (1986) y Hill et al. (1997).2

0.1 El fenómeno de la coocurrencia usual de lexemas ya había sido señalado y ejemplificado, con toda claridad, por Ch. Bally (1909, 1932), quien la definió como combinación que tiene para el hablante nativo el carácter de lo ya formado y conocido ("déjà vu"), pero cuyos elementos constituyentes conservan su autonomía semántico-sintáctica y contribuyen a establecer el sentido total de la expresión. Grièvement blessé, avoir de la chance, son dos de sus ejemplos. Les dio, entre otros, el nombre de "groupements usuels" y los identificó, por contraste, por un lado, con combinaciones libres, como table carrée, avoir une maison, que llamó "associations libres", "syntagmes" o "groupements passagers"; y, por el otro lado, con combinaciones fijas, como avoir lieu, tout à coup, que llamó "groupes agglutinés" o "unités phraséologiques". En otras palabras, Bally consideró construcciones del tipo grièvement blessé como pertenecientes a una clase intermedia entre libres y fijas, con rasgos propios de unas y otras, y, sin embargo, perfectamente identificable.3 Así, pues, Bally aportó al análisis de las combinaciones léxicas distinciones fundamentales: lo usual, lo fijado, lo libre y lo gradual o progresivo.

 


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1 Aprovechando sus contribuciones y aplicando a nuestro objeto de estudio la cita de J. L. Borges, presentada al comienzo, podríamos comparar las colocaciones con el crepúsculo, las combinaciones libres con el día y las unidades fraseológicas con la noche, en un ensayo más de esclarecimiento, definición de las clases e indicación de criterios de clasificación, de combinaciones léxicas.

En primer lugar, consideramos conveniente observar que la gradualidad de los hechos de lenguaje dificulta o impide, con frecuencia, establecer fronteras claras entre las distintas clases de fenómenos y, por ejemplo, en el caso de ciertas combinaciones, decidir si se trata de una colocación o de una unidad fraseológica. Ello, no obstante, no debe ser obstáculo insalvable para definir claramente las categorías y los conceptos del análisis. Dobrovol'skij (1995: 45) afirma que "el error fundamental de todos los investigadores que clasifican las unidades fraseológicas en el marco teórico de la lingüística tradicional, ha consistido en la búsqueda de fronteras fijas entre las diferentes clases de combinaciones de palabras, y con ello la (búsqueda) de un criterio básico de su diferenciación. Pero no existen en la realidad del lenguaje ni fronteras fijas ni un criterio básico". Esta afirmación tajante, aunque reconoce, ciertamente, la gradualidad o progresividad de los fenómenos lingüísticos, debe matizarse con la observación de que toda clasificación, si quiere ser coherente, debe seguir al menos un criterio básico. Como vamos a ver, la distinción entre combinaciones libres, colocaciones y unidades fraseológicas sigue el criterio básico de ausencia o presencia de cierto tipo de fijación. Pero deseamos insistir, ante todo, en que de la imprecisión de los límites entre ciertas clases de fenómenos reales, no debe inferirse el que los conceptos, las definiciones, los criterios de distinción sean también imprecisos y difuminados. En el Octavo Congreso de Lingüístca, en 1958, en Oslo, Louis Hjelmlev formuló esta observación, al explicar que no todos los fenómenos que pueden y/o deben distinguirse desde el punto de vista conceptual, pueden separarse en la realidad.4 Por esto tiene un mal sabor la siguiente declaración de Mel'uk (1982: 430), al hablar precisamente de "funciones léxicas", concepto clave en su modelo de descripción de "colocaciones" en francés: "there is no sharp bordering between standard and non-standard LF's that is, there are no formal criteria to tell them apart, this fact reflects the graduality so typical of natural languages. The concept of standard LF is fuzzy as are most linguistic concepts". Esta última afirmación es supremamente problemática, pues las distinciones conceptuales, requeridas para el análisis, no tienen por qué ser imprecisas o difuminadas ("fuzzy"). Es cierto que no podemos establecer fronteras rígidas entre el día y la noche ni, menos, entre el crepúsculo y la noche, pero ello no quiere decir que no podamos tener un concepto claro, o una intuición precisa, de lo que son el día, la noche y el crepúsculo.

 


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Al decir que las colocaciones son combinaciones, construcciones lingüísticas compuestas, a medio camino entre libres y fraseológicas, indicamos que no se identifican, propiamente, con ninguna de estas dos clases sino que, más bien, como fenómenos de intersección, presentan rasgos comunes con unas y otras. Lo interesante, desde el punto de vista meramente lingüístico, es tratar de señalar cuáles son dichos rasgos que las diferencian específicamente de unas y otras, y qué subclases de combinaciones pueden considerarse como 'colocaciones', y cuáles, de idéntica estructura material, no debieran considerarse como tales. Veamos algunos ejemplos:

sentido del humor, imperio de la ley, paso del tiempo, cese del fuego, cese de hostilidades, estado de ánimo, hombre de bien, ajuste de cuentas, arreglo de cuentas, plan preconcebido, necesidad imperiosa, exposición itinerante, rebaño trashumante, pueblo nómada, plenamente satisfecho, gravemente herido, perdidamente enamorado, correr con los gastos, correr el rumor, correr el peligro, abrir desmesuradamente (la boca / los ojos), entablar amistad, trabar amistad, albergar esperanzas, abrigar esperanzas, salvar las apariencias, guardar las apariencias, cubrir las apariencias, etc.

1.1 La lista podría prolongarse hasta la saciedad. Baste con remitir al Diccionario de uso, de María Moliner (1966, 1999), y al Stilistisch-Phraseologisches Wörterbuch, de Werner Beinhauer (1978). Una gran proporción de las expresiones presentadas por cada una de estas obras, pertenece a la clase de combinaciones que estamos tratando aquí. María Moliner caracteriza con no poca frecuencia las colocaciones con términos como "enlace frecuente", "enlace usual", "enlace muy frecuente". Por ejemplo, del lexema locamente dice : "Con locura, mucho o muy. (Expresión muy frec. Locamente enamorado)". Por cierto, no le encuentro a su Diccionario una distinción y empleo coherentes de estos términos, y de otros,5 pero ello no es óbice para aprovechar los materiales que ofrece. La autora llamó "enlaces frecuentes", entre otras muchísimas, a combinaciones como aborrecer de muerte, caerse de cansancio, barajar citas, victoria resonante, victoria decisiva; "enlaces muy frecuentes", poner a salvo, ajeno a la voluntad de. ..., etc.; y "enlaces usuales" a acto de abnegación, severa admonición, barrera infranqueable, etc . Además, ya en la "Presentación" de su Diccionario anota que: "Al mismo objeto de suministros de modos de decir contribuyen otros aspectos de detalle: En muchos casos, se dan los adjetivos o adverbios con los que tiene una especial afinidad cierto nombre, adjetivo o verbo [subrayado por Zuluaga] sueño ligero, profundo, reparador; cariño entrañable, sincero; nutridos aplausos; fatal resolución ; ...; viva preocupación; profunda simpatía, antipatía; ...; fe ciega; ruido infernal; caer pesadamente; referir punto por punto, con pelos y señales; honrado a carta cabal", (pág. XII). Y más adelante, en la misma Presentación: "Por ejemplo, se indican para los verbos y adjetivos las preposiciones con que se construyen; para los nombres, los verbos que se unen a ellos para formar la frase: ... actividad (desplegar), alarma (cundir, sembrar), cólera (deponer), conducta (observar), suspiro (dar, exhalar), derrota (infligir), incendio (declararse, estallar, sofocar), desaliento (cundir, sembrar), velocidad (imprimir), sueño (conciliar), vigilancia (ejercer, montar, extremar, burlar)" (pág. XIII).

 


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En resumidas cuentas, María Moliner señaló con términos como "enlaces frecuentes", "enlaces usuales", "especiales afinidades", o sin término especial el fenómeno de las colocaciones. Tiene, pues, sobrada razón Margarita Alonso (1993), al declarar que "el DUE (Moliner) es el que mejor trata las colocaciones en español".6 Ello también ha sido señalado indirectamente, en un severo análisis de un problema de definiciones de dicho diccionario, por Alvar Ezquerra (2000: 247): "En su empeño por dar cuenta de las construcciones en que aparecían las palabras, el uso de ellas, María Moliner incluyó junto a las unidades léxicas univerbales y las expresiones fijas, unidades multiverbales no tan fijas, o tan sólo habitualizadas en el uso de la lengua, por lo que su significado le parecía claro, y así lo dejó escrito,...".

2 La mera lectura de las combinaciones de la lista anterior y las citadas del DUE, nos permite ir formulando algunas observaciones:

(1) Se trata de combinaciones de, por lo menos, dos lexemas solos o con algún instrumento gramatical, preposición y/o artículo. Por lo tanto, construcciones como de paso, al contrario, en vilo, de contera, ad hoc, no se consideran colocaciones.

(2) Pueden presentarse variantes en las que cambia el valor categorial de los elementos constituyentes, pero no su valor léxico, por ejemplo, ajuste de cuentasajustar cuentas, prohibir terminantementeprohibición terminante teminantemente prohibido, el paso del tiempoel tiempo pasa, gravemente heridoherido de gravedadherida grave. (Cf. heavy drinker, heavy drinking, drinking heavily, ejemplo de Mitchell 1971: 51). Este fenómeno no se presenta en la misma forma en unidades fraseológicas (compárese, sin embargo, meter la pata, metedura de pata, metida de pata; mamar gallo, mamadera de gallo, mamador de gallo; tomar el pelo, tomadura de pelo, tomada de pelo, tomador de pelo).

(3) Se trata de combinaciones de: (a) sustantivos con adjetivos o sintagmas adnominales, (b) sustantivos con verbos, (c) verbos con adverbios, y (d) adjetivos con alguna determinación adverbial. El ya citado F. J. Hausmann (1989), el romanista que con más ahinco se ha ocupado de las colocaciones, ha introducido los términos "núcleo", "base" o "colocado" para el componente determinado: los sustantivos en (a) y en (b), los verbos en (c) y los adjetivos en (d), y "colocativo" o "colocador" para el componente determinante. En todo caso, se trata de combinaciones de diferentes estructuras semántico-sintácticas internas.

 


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(4) Los componentes de cada colocación están, pues, en cierta relación hipotáctica entre sí, la cual representa la direccionalidad propia de las categorías semánticas a que ellos pertenecen (el adjetivo y el verbo se dirigen a, son pensados en relación con, sustantivos, y el adverbio es el significado categorial de lexemas pensados como determinaciones de verbos o de adjetivos); según esto, plan preconcebido, matar el tiempo, plenamente satisfecho, echar abajo se consideran colocaciones. Las llamadas por Casares locuciones denominativas geminadas (p. ej., falda pantalón, sofá cama, hombre rana, sala comedor) constituyen, en rigor, un grupo especial de colocaciones, puesto que en ellas el primer componente es un sustantivo que funciona como denominación y clasificación de un objeto extralingüístico, y el segundo, el colocador, como una determinación semántica (o adjetivación) del primero. En cambio, construcciones fijas cuyos componentes están en relación de coordinación, por ejemplo, amigos y enemigos, sano y salvo, íngrimo y solo, única y exclusivamente no se consideran como colocaciones.

Vale la pena hacer mención aquí del modelo de descripción onomasiológica de Mel'uk, tal como lo presenta Alonso Ramos con ejemplificación en español:

FL (palabra llave) = Valor
Magn(actividad) = febril
Magn (memoria) = de elefante, prodigiosa
Magn (odio) = feroz, mortal, profundo
Magn (dormir) = como un tronco, a pierna suelta
Magn (preparar) = a conciencia, a fondo
Magn (armado) = hasta los dientes
Oper (paseo) = dar
Oper (crimen) = cometer
Oper (juramento)
= prestar
Oper (consejo) = dar
Oper (alusión) = hacer
Oper (decisión) = tomar
Oper (homenaje) = rendir

FL (= función léxica) "es un sentido general y abstracto" – dice Alonso Ramos – "que puede ser expresado de varios modos dependiendo de la la palabra llave" (me gustaría más decir palabra clave). Así, "Magn significa aproximadamente 'muy', 'intensamente'. Funciona como un intensificador". "La FL Oper significa muy aproximadamente 'hacer'. Sirve de verbo soporte del nombre que funciona como palabra llave". (También podríamos decir que Magn expresa la función de elativización, pues, desde el punto de vista psicolíngüístico, también los sustantivos y los verbos pueden elativizarse. Y que Oper expresa la función léxica de realización).

 


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Una somera observación de los hechos presentados permite apreciar algunos problemas en este modelo: (A) Se trata de diferentes tipos de combinaciones y de relaciones semántico-sintácticas y fraseológicas, hasta los dientes, no presenta el mismo status léxico que, por ej., mortal, en odio mortal, su significado peculiar de 'completamente' sólo se presenta en unión fija (fraseológica) con armado en la locución de estructura interna mixta armado hasta los dientes (Véase Zuluaga 1980). (B) No parece distinguir entre combinaciones libres y colocaciones, y locuciones; nosotros consideramos que odio feroz es un sintagma libre7; actividad febril, una colocación; y dormir a pierna suelta, una locución. (C) No parece distinguir matices de sentido – ello se debe quizás a que el concepto de FL es demasado general y abstracto –, creemos que hay diferencias semánticas entre odio feroz y odio mortal, preparar a conciencia y preparar a fondo, dormir como un tronco y dormir a pierna suelta.

El segundo grupo de ejemplos de la lista anterior es de las llamadas construcciones verbonominales ("tournures verbonominales"), o perífrasis verbales léxicas, construcciones verbales funcionales ("Funktionsverbgefüge"), frecuentemente estudiados8. El procedimiento de formación consiste en convertir el componente verbal en portador de las deteminaciones de tiempo, persona, número y modo, pero con pérdida, quizás no total, de su valor léxico, como si se situara a medio camino entre verbo auxiliar y verbos plenos o autosemánticos; deja de ser sustituible por uno de éstos (cp. poner atención *colocar atención). El componente nominal, por su parte, se convierte en el núcleo del contenido léxico de toda la construcción (poner atención – "atender"). Su contenido presenta cierta afinidad con la categoría semántica verbo, pues se trata generalmente de sustantivos que expresan un acontecer, un proceso, una acción, un estado. Estas perífrasis verbales léxicas tienen en común con los compuestos el ser combinaciones regulares, analizables, pero se diferencian de ellos por la falta de compacidad formal, es decir, se les puede intercalar elementos y/o alterar el orden de sus componentes (poner atención – poner mucha atención, la atención que pones). Se encuentran, pues, a medio camino entre la formación de lexemas compuestos y la sintagmática. Se consideran colocaciones en la medida en que, conservando su regularidad semántico-sintáctica, hayan sido consagradas por el uso social (hacer caricias, es una colocación, dar caricias, dar calabazas no lo son).

(5) Las colocaciones son perfectamente entendibles, transparentes, para el hablante que conozca cada uno de los componentes; en otras palabras, las colocaciones no presentan problemas especiales de descodificación, pueden analizarse. En ellas no se presenta el fenómeno de la idiomaticidad, que sí puede presentarse en las locuciones y demás unidades fraseológicas. Por esto, nos parece perfectamente comprensible, y aun aceptable, que un diccionario, como el de M. Moliner, nos hable, en muchos casos, de "expresión (o frase) de sentido (o significado) claro" y se ahorre la definición, si tiene definidos en su debido lugar cada uno de los componentes respectivos9.

(6) En muchas combinaciones de las listas anteriores tenemos un elemento empleado en un sentido metafórico, o 'figurado', convencionalizado, por ejemplo

 


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matar en matar el tiempo,
trabar en trabar amistad,
albergar en albergar esperanzas,
meter en meter mentiras,
paso en el paso del tiempo,
imperio en el imperio de la ley.

En estos casos se trata de lexemas empleados no en su sentido físico, primario – o "primitivo", como lo ha llamado Ignacio Bosque (1982), sino en sentido metafórico; por esto se habla tambié en estos casos de lenguaje figurado.

(7) Lo anterior nos ayuda a entender la observación general siguiente: en cada combinación se realiza solamente una acepción, una de las posibilidades de sentido de los componentes; además de los ejemplos dados, obsérvese el efecto de sentido de pena en pena de muerte: no se trata exactamente ni de "aflicción o sufrimiento moral" (pena por la enfermedad grave de un hijo) ni de "vergüenza" (es que le da pena ir con ese traje a la rectoría) ni de "esfuerzo o trabajo" (a duras penas) sino de "castigo"; sentido en sentido del humor no quiere decir ni "dirección" ni "significado" ni "función de percepción cumplida por un órgano", sino, más bien, "capacidad o aptitud"; correr en correr el rumor no significa propiamente "ir de prisa" ni "transcurrir" ni "moverse progresivamente" sino, más bien, "difundirse", "propagarse". Lo anterior se explica por el hecho de que estas combinaciones son, originariamente, productos del hablar (productos de instancias de discurso), y en el hablar se orientan los signos abstractos, virtuales, polisémicos, hacia lo particular y circunstancial. "Una de las posibilidades fundamentales del hablar es la de referirse sin equivocidad a lo actual y particular con signos que de por sí, en el 'acervo idiomático', son virtuales, en su mayoría universales, y a menudo equívocos" (Coseriu 1955 [1962]: 308). En otras palabras, en las combinaciones (colocacionales o no) no se realizan sino algunas de las posibilidades que ofrecen cada uno de sus componentes por separado en el sistema de signos. Vale la pena observar aquí mismo que ese empleo particular, al aislarse (cf. "Isolierung", H. Paul) mediante el proceso de fijación encierra el germen de la especialización semántica llamada idiomaticidad.

(8) Como en tantos otros sectores del saber o acervo lingüístico pueden presentarse variantes libres y variantes marcadas, por ejemplo, pena de muerte no tiene marca diasistemática, en tanto que pena capital pertenece al estilo formal y al periodístico; salvar las apariencias se dice en Colombia, mientras que en México se dice preferentemente guardar las apariencias (con muchísima más frecuencia que cubrir las apariencias, según me han atestiguado tres amigos mexicanos), y en España, según Beinhauer (1978) y Seco et al. (1999), se emplean las tres expresiones; en Colombia pegar un tiro pertenece propiamente al lenguaje campesino y al popular, dar un balazo, pegar un balazo son propias del lenguaje popular y del estilo coloquial, hacer un disparo es propia del lenguaje administrativo y formal; la faz de la tierra pertenece al lenguaje literario.

 


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(9) Estas combinaciones se conocen y emplean como unidades compuestas, son de uso general, de dominio colectivo, son lugares comunes pues pertenecen a la comunidad y la expresan. Cada nuevo hablante las oye o lee una y otra vez, las entiende, las acepta y las reproduce en su actividad lingüística. Así, por ejemplo, para designar al indio americano, la combinación raza vencida, se ha impuesto (frente a otras combinaciones posibles, regulares, como raza derrotada) simplemente por el uso repetido a lo largo de siglos, aun en la novela indigenista (Véase, por ejemplo, Rivera, J. E., La vorágine 1924, pág. 112; Asturias, M. A. Hombres de maíz 1949, pág. 229; Castellanos, R. Oficio de tinieblas, 1962, pág. 186; Jácome, G. , Por que se fueron las garzas, 1979, pág. 99).

(10) Cada una de estas combinaciones implica un proceso de selección de sus componentes frente a otros que también podrían cumplir la función de comunicar el mismo contenido, por ejemplo:

en lanzarse al ataque, lanzarse ha sido preferido a arrojarse, y ataque a lucha;
en eterna juventud, eterna ha sido preferido a permanente, constante, etc.;
en matar el hambre y en matar el tiempo, matar ha sido preferido a eliminar, suprimir,etc.;
en guerra mundial, mundial ha sido preferido a internacional;
en literatura universal, universal ha sido preferido a internacional, etc.;
en tenir une promesse, tenir ha sido preferido a remplir;
en remplir une devoir, remplir ha sido preferido a tenir;
en célibataire endurci, endurci ha sido prefrido a invétéré;
en alcoolique invétéré, invétéré ha sido preferido a endurci;
en to hold a plebiscite, to hold ha sido preferido a to make;
en to hold an academic degree, to hold se ha preferido a to have;
en a strong tea, strong ha sido preferido a powerful;
en a powerful car, powerful ha sido preferido a strong;
en ein Versprechen halten, halten ha sido preferido a erfüllen;
en eine Pflicht erfüllen, erfüllen ha sido preferido a halten.

Lo anterior explica el hecho de que estas construcciones han sido descritas frecuentemente como "restricciones combinatorias", también podríamos caracterizarlas como "análisis preferidos" ("bevorzugte Analyse", término empleado en un contexto similar por H. Thun 1978, siguiendo a Coseriu). Estas restricciones se deben meramente al uso repetido. Cuando tienen una explicación sistemática funcional (y este es el caso de las relaciones semánticas esenciales, de Porzig, y de las implicaciones léxicas en la doctrina de Coseriu), no se debería hablar, sin más, de colocaciones. La coocurrencia de caballo y alazán, de ojo y guiñar, de pelo y crespo , de asno y rebuznar, está determinada por relaciones semánticas de implicación; esta clase de combinaciones debiera describirse y explicarse, por separado.

3 Partiendo de las observaciones anteriores podemos intentar definir con mayor precisión las llamadas colocaciones, señalando sus semejanzas y diferencias, en primer lugar, con los sintagmas libres y, en segundo lugar, con las unidades fraseológicas.

3.1 Con los primeros, las colocaciones comparten la regularidad sintáctica y semántica propia de las unidades de la técnica libre del discurso, son, en principio, analizables. No sólo son transparentes desde el punto de vista semántico, sino que también son regulares, en el sentido de que están conformadas según la gramática de la lengua; en otras palabras, la estructura interna de su forma material y semántica no presenta, a primera vista, irregularidades o anomalías. Esto es lo que se dice en las observaciones (5) y (6) del análisis anterior y que, en buena parte, queda cobijado con el término tradicional composicionalidad ("compositional function", J. Katz 1972: 35–36); gravemente herido y matar el tiempo presentan la misma regularidad y autonomía semántico-sintácticas, tanto en su estructura interna como en su combinabilibad de unidades compuestas (compárese, p. ej., los sintagmas libres calculadamente amable y cultivar el amor). El segundo de estos dos rasgos lo formula muy bien B. Pöll: "las colocaciones, a diferencia de las unidades fraseológicas, pueden ser modificadas de acuerdo con reglas generales semántico-sintácticas."10

 


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Sin embargo, las colocaciones se diferencian de los sintagmas libres por los rasgos anotados en las observaciones (9) y (10) anteriores: están consagradas por el uso repetido que les da un primer grado de fijación de unidades compuestas. Esta fijación basada sólo en el uso repetido es arbitraria: no existe ninguna regla semántica que explique por qué decimos:

A   B
cometer un error en lugar de hacer un error,
lanzarse al ataque en lugar de arrojarse al ataque,
afirmación tajante en lugar de afirmación cortante,
necesidad imperiosa en lugar de necesidad dominante,
literatura universal en lugar de literatura internacional,
comercio internacional en lugar de comercio universal,
presentar su ponencia en lugar de pronunciar su ponencia.11

3.2 Precisamente, esta tendencia efectiva hacia la fijación de sus elementos constituyentes, con exclusión semánticamente inmotivada de otros, aunque generalmente no es absoluta, constituye el primer paso hacia la fraseologización. Y ése es el rasgo que tienen en común con las unidades fraseológicas. ("A nuestro modo de ver la insustituibilidad es el tipo fundamental de fijación, pues, en realidad de verdad, una combinación es unidad fraseológica solamente si determinados elementos del vocabulario entran en combinación fija para constituirla", Zuluaga 1980: 100). Con esa tendencia efectiva hacia la fijación arbitraria se va viendo el fin del día (las combinaciones libres), comienza el crepúsculo (las colocaciones) y se va avisorando el oscurecimiento, la noche (las unidades fraseológicas). Esto es lo que podemos decir, desde el punto de vista estrictamente lingüístico: Las colocaciones son combinaciones transparentes, regulares tanto desde el punto de vista semántico como desde el punto de vista gramatical, pero con un grado menor o mayor de fijación de sus componentes léxicos, fijación arbitraria, determinada por el uso repetido. Se les puede aplicar perfectamente la siguiente caracterización de María Moliner: "modismos que ocultan su condición de tales bajo la apariencia de frases compuestas sobre la marcha: como de comer,... por mi mano, por mis propios ojos (no se dice por mi cabeza, ni por mi nariz) " (Presentación del DUE).12 Por lo demás, M. Moliner nos presenta aquí el método que se emplea para identificar estas unidades dentro de la misma lengua: "se dice A y no se dice X" (cometer un error en lugar de hacer un error... etc.), la cual (X) es también perfectamente posible, es decir, también existe en el sistema de posibilidades funcionales. En otras palabras, al emplear las colocaciones realizamos tanto el sistema lingüístico como la norma lingüística social.

 


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Los conceptos de sistema funcional y de norma lingüística pueden ilustrarse claramente contrastando hechos que realicen ambos y hechos que realicen sólo el sistema:

Sistema y norma Sistema
infortunio – infortunado infortunar
desventura – desventurado desventurar
desdicha – desdichado desdichar
veintena, treintena sesentena, setentena
raza vencida raza derrotada
muerte clínica – clínicamente muerto morir clínicamente
eterna juventud
 
permanente juventud,
eterna senectud
dar besos hacer besos
hacer caricias dar caricias
grièvement blessé gravement blessé
alcoolique invétéré alcoolique endurci
to hold a plebiscite to make a plebiscite
a strong tea a powerful tea
ein Versprechen halten ein Versprechen erfüllen

En cuanto al problema de distinguir las colocaciones de las unidades fraseológicas propiamente dichas, baste con observar que estas últimas presentan, desde el punto de vista de su forma material, además de la fijación de sus componentes, otros tipos de fijación (v. Zuluaga 1980: 97–100). Obsérvese:

(a) de pan coger,
(b) de armas tomar,
(c) sano y salvo,
(d) amigos y enemigos,
(e) letra muerta,
(f) carne de cañón,
(g) cabeza de turco,
(h) pagar el pato,
(i) pagar los platos rotos,
(j) dorar la píldora,
(k) estirar la pata,
(l) buenas noches,
(m) muchas gracias.

 


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Estas unidades presentan, además de insustituibilidad de sus componentes, fijación en cuanto al orden y a la inseparabilidad de los mismos, y, excepto la c, sus elementos nominales están fijados o en singular o en plural. Desde el punto de vista meramente semántico, observamos que pueden darse locuciones y enunciados fraseológicos tan transparentes como las colocaciones, por ejemplo, c, d, l y m13; pero, en principio, las locuciones que tienen la misma estructura material de colocaciones, por ejemplo, e, f, g, h, i, j, k – y son las locuciones de este tipo las que deben utilizarse para establecer el contraste y las diferencias entre ambas clases de unidades –, presentan un grado tal de especialización (idiomaticidad) de ambos o de alguno de sus componentes que el sentido de toda la expresión, tomada en bloque, no puede explicarse mediante la regla de composicionalidad, formulada en la nota de pie de página No. 9; no se cumple en ellas la observación (5) hecha sobre las colocaciones. Por lo demás, las unidades fraseológicas funcionan, en principio, en bloque; por ello las locuciones equivalentes a un lexema pueden, a su vez, formar parte de una colocación; p. ejemplo, con pelos y señales (='detalladamente'), en referir con pelos y señales, de par en par (='completamente') en abrir de par en par puertas y ventanas. En cambio, en mi leal saber y entender, una colocación, como tal, nunca será parte integrante de una locución.

4 Desde el punto de vista de la teoría de la cultura, se les aplica los conceptos de institucionalización y convencionalización. (Hansen 1995 habla, en un contexto similar al nuestro, de "estandarización", término que prefiere al de "formación de estereotipos y de clichés"); lo cual quiere decir, simplemente, que tales construcciones o modos de decir se convierten en parte del conjunto de saberes, usos generalizados en la comunidad lingüística. Por lo tanto, las colocaciones forman parte de la lengua, entendida ésta en uno de los sentidos saussureanos, como institución (no exactamente como sistema), o, en términos de Coseriu, como norma lingüística social.

5 Desde el punto de vista psicolingüístico, podemos decir que las colocaciones forman parte del saber14, del acervo disponible, "del lexicón mental de los hablantes". Hotopf (1983) habla de cierto tipo de actos lingüísticos fallidos, llamados por él "suppressed slips", consistentes en el empleo de una expresión completa (cut my nails) en lugar de otra (brush my teeth) que se quería utilizar. Ello puede interpretarse en el sentido de que estas combinaciones, a semejanza de otras unidades plurimembres, como ciertos nombres propios, los compuestos lexicalizados, las locuciones, están a disposición de los hablantes para ser empleadas, como verdaderas unidades de lengua, en la producción de textos. Su almacenamiento mental se ve favorecido por su carácter figurado (v. Paivio 1971: 207), el cual, a su vez, fundamenta su especial rendimiento cognoscitivo.

 


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6.1 Desde el punto de vista de la estilística y de la lingüística de texto podemos preguntarnos si las colocaciones no caracterizan un estilo genérico de lengua, el registro espontáneo, coloquial. En todo caso, consideramos que la utilización de colocaciones puede constituir un aspecto especial del estilo de un autor o de la caracterización del discurso de un personaje, y que en el empleo creativo del léxico pueden observarse tanto la escasez o ausencia de colocaciones como el fenómeno de la desautomatización, que hemos señalado repetidas veces al estudiar las unidades fraseológicas. Obsérvese, a vía de ejemplo, la desautomatización de la colocación entretener el hambre en el siguiente texto de García Márquez (Vivir para contarlo, 1978): "se veían los indios arhuacos corriendo en filas de hormiguitas por las cornisas de la sierra con sus costales de gengibre a cuestas y masticando bolas de coca para entretener a la vida". Al decir entretener la vida, en lugar de entretener el hambre se obtienen los efectos de sentido semánticos, metalingüísticos, lúdicos, cognoscitivos y pragmáticos, propios de la desautomatización de unidades fijas, analizados en Zuluaga (1980 y 2001). No sobra anotar, de paso, que los efectos especiales de las unidades fijas desautomatizadas se explican precisamente por la fijación. Algunas y algunos colegas pretenden con cierta insistencia que las variaciones y aun las variantes de unidades fijas constituyen prueba fehaciente contra el principio de la fijación. Alguien ya no se atreve a hablar más que de "fijación relativa" o de "estabilidad". Desde luego, al emplearlas pueden alterarse, variarse; desautomatizarse; ésta es una (la más creativa y lúdica15) de sus posibilidades de empleo. Pero como se trata de combinaciones fijas, reaccionan en forma especial ante sus alteraciones, se asocian a ellas, y plantean, entre otros, problemas especiales de traducción. El efecto de asociarse una combinación a sus alteraciones o variaciones constituye la prueba más palmaria de su fijación.

6.2 Sobre las relaciones entre clases de texto y colocaciones, disponemos de una contribución especial, a saber, el trabajo de Rothkegel (1994), quien, al analizar textos sobre presentación de libros en el mercado, muestra convincentemente que la estandarización de una clase de textos crea estándares de expresión; entre otros, determinadas combinaciones de lexemas. En otras palabras, las colocaciones16 pueden entenderse como productos de recurrencias de combinaciones de los mismos lexemas en situaciones comunicativas típicas. En el fondo, se trata de una comprobación del hecho de que cada tema, universo del discurso, tiene su vocabulario propio lexemas y combinaciones de lexemas. Burger et al. (1982: 39), trataron someramente, el mismo problema que Rothkegel (1994), basados en la información estandarizada sobre el estado del tráfico; hablan, por cierto, de formulación normativizada ("normierte Formulierung": zähflüssiger Verkehr, sarkes Verkehraufkommen). Estos autores no se ocupan expresamente de las colocaciones, pero presentan y ejemplifican los llamados "análisis preferidos" ("bevorzugte Analyse", eine Telephonnummer wählen, composer le numéro), que, como hemos señalado, son verdaderas colocaciones..).

 


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6.3 Cabe mencionar aquí el interesante fenómeno del paso de combinaciones léxicas (no sólo colocaciones) propias de una clase de textos (y de un lenguaje especial ) a la lengua general o, al menos, a otros lenguajes especiales. Ya Bally llamó la atención sobre este fenómeno, al comentar la expresión mettre de l'eau dans son vin, en un contexto o texto de gastronomía ("à table", dice él) y la "locution plus ou moins stéréotypée mettre de l'eau dans son vin (= 'se modérer')". El "trasvase de expresiones fijas del lenguaje taurino al código general" ha sido tratado esclarecedoramente y con cierto detalle por Tecedor Yangüela (1998), quien llega a la afirmación de que "La frase taurina, al trasvasarse al código general o al lenguaje de un ámbito concreto, se utiliza generalmente con un sentido figurado o metafórico que no siempre posee en el lenguaje taurino" (Pág. 137). Coger el toro por los cuernos, ver los toros desde la barrera, hacer novillos, hacer un quite, salir a la arena, tener casta, capear el temporal, tener mano izquierda, tener vergüenza torera son algunos de los numerosos ejemplos de Tecedor Yangüela. En nuestro sentir, la conclusión de esta autora puede, mutatis mutandis, generalizarse: el paso a la lengua general, o a otra lengua especializada, de colocaciones y de designaciones terminológicas plurimemebres propias de una lengua especializada constituye una rica fuente de unidades fraseológicas idiomáticas y de colocaciones. Obsérvese por ejemplo:

llevar la batuta,
común denominador,
tomar pista,
entrar en la ruta final,
trompo de poner,

que han pasado de los lenguajes ("marcos cognoscitivos", "universos de discurso"17) de la música, de las matemáticas, de la aviación, del deporte y de un juego de niños, respectivamente, a la lengua general en la que funcionan como locuciones idiomáticas18.En realidad de verdad, numerosísimas combinaciones como literatura universal, comercio internacional, interés compuesto, impuesto sobre la renta, globo terráqueo, pueblo nómada, ave migratoria, rebaño trashumante, presentan en la lengua general los rasgos propios de las colocaciones y, al mismo tiempo, conservan su carácter de designaciones terminológicas, es decir, la coocurrencia y fijación de sus componentes no se explica, propiamente, por el uso repetido sino por la función de ser términos o nomenclaturas especiales; lo que por sí mismo las convierte en unidades de lengua.

7 Desde el punto de vista etnolingüístico, es decir, dándole aplicación concreta (y popular) a los postulados de las relaciones entre lengua, pensamiento y cultura (o al postulado de Humboldt: cada lengua presenta (es) una visión del mundo)19, podemos anotar que las colocaciones, al igual que estereotipos y tantas unidades fraseológicas, en especial locuciones proverbiales y refranes pueden constituir cifra (lingüística) para reconocer aspectos de la mentalidad, la visión del mundo y aún la historia de la respectiva comunidad. Piénsese, por ejemplo, en el sentido de salvar / cubrir / cuidar las apariencias, que podríamos relacionar con el concepto de honra de la España tradicional y con las circunstancias históricas de la Colonia en Hispanoamérica, durante la cual los indios sojuzgados y los esclavos subsahareanos importados tuvieron que aprender a ocultar, disimular, encubrir, reprimir sus verdaderos sentimientos, sus creencias y, en ocasiones hasta su propio idioma. De alguno de nuestros países se ha llegado a decir que su población padece el complejo de vivir para ostentar, para demostrarles algo a los demás, para salvar las apariencias. Piénsese, también por ejemplo, en las realidades designadas por ajuste de cuentas, paseo millonario, pesca milagrosa, y por cese de hostilidades en la Colombia actual, país que sufre una violencia crónica cotidianizada y en el que no se cree mayormente en la justicia ni en la capacidad del Estado para hacerla valer. Piénsese, por último, en el contenido emocional y la valoración social de matar el tiempo en los diferentes estratos sociales de Hispanoamérica.

 


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8 De lo dicho hasta ahora, podemos inferir que:

8.1 Las llamadas colocaciones se definen como combinaciones de por menos dos lexemas en relación hipotáctica, fijadas (estabilizadas, consagradas, habitualizadas) por el uso lingüístico social; su estructura interna sintáctico-semántica y su combinabilidad como unidades compuestas siguen el sistema gramatical de la lengua.

8.2 Las colocaciones no son, propiamente, ni unidades fraseológicas ni construcciones libres. Presentan rasgos propios de unas y otras; son fenómenos de intersección o transición entre esas dos clases de unidades. Constituyen una prueba evidente de la dinamicidad y gradualidad de los hechos de lenguaje. Conforman, desde luego, una clase aparte, diferente de las locuciones y, desde el punto de vista de la norma lingüística, diferente de las combinaciones libres.

8.3 Se identifican por oposición a unas y otras: a las combinaciones libres, por su regularidad gramatical y su transparencia semántica, pero no son libres, debido a la fijación de sus componentes léxicos; y, gracias a esta fijación, parecen unidades fraseológicas, pero no lo son por la falta de otros tipos de fijación fraseológica y por su regularidad gramatical y composicionalidad semántica20. El empleo de colocaciones conlleva la realización simultánea del sistema funcional de la lengua y de la norma lingüística social.

8.4 El lexicógrafo y el diccionarista nos aleccionan bien al tratarlas y compilarlas por separado. Al respecto, es interesante anotar que G. Haensch et al. (1982: 254 y sigs.) en su capítulo "Unidades pluriverbales lexicalizadas y habitualizadas" separan, de las combinaciones fijas, las colocaciones y las remiten a los llamados diccionarios de estilo. Pero, en definitiva, la discusión sobre la ubicación de las colocaciones dentro o fuera de la fraseología parece poco relevante. Lo interesante, en mi sentir, es que constituyen un reto para el fraseólogo y el lexicólogo, en general, que deben ocuparse de ellas. En una concepción amplia de colocación, se debiera, por lo menos, diferenciar, de las colocaciones debidas a la mera consagración en la norma lingüística social, aquéllas en que la coocurrencia de sus componentes, o la llamada restricción combinatoria, tienen una explicación funcional sistemática.

8.5 Aunque se presenten combinaciones usuales difíciles de clasificar, en las definiciones de cada una de las clases en cuestión se puede y se debe establecer claramente las distinciones conceptuales pertinentes.

9 Queda por estudiar con detenimiento una serie de aspectos importantes relacionados con las colocaciones: su interés en traductología y en la didáctica de la lengua, y, especialmente, sus afinidades y diferencias con otras clases de unidades compuestas, productos de reglas gramaticales y semánticas y no meramente fijadas por el uso social repetido; por ejemplo, designaciones terminológicas plurimembres, perífrasis verbales léxicas o construcciones verbonominales, que generalmente se describen o, se mencionan y ejemplifican en ensayos sobre colocaciones, así como las solidaridades léxicas, en especial las implicaciones, etc.. Estas clases de combinaciones han venido siendo consideradas, sin mayores distinciones y precisiones, por varios autores como colocaciones.

 


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Notas

1 Así, uno de los "meanings" de ass es su colocación usual con you silly: "One of the meanings of ass is its habitual collocation with an immediately preceding you silly, and with other phrases of address or of personal reference... There are only limited possibilities of collocation with preceding adjectives, among which the commonest are silly, obstinate, stupid, awful, occasionally, egregious. Young ismuch more frequently found than old." (Ib., pág. 195).

2 Véase al respecto Corpas Pastor (2001).

3 En su análisis de las comparaciones, Bally distinguió un número aún mayor de grados de fijación: (1) espontáneas y libres, (2) entre libres y fijadas por el uso, (3) ya tradicionales, (4) definitivamente fijas, y (5) que ya no se entienden e ilustra, en cada caso, sus observaciones con ejemplos certeros. Una presentación y evaluación de la enorme contribución de este autor a la constitución de la fraseología, como ciencia, puede verse en Zuluaga (1980).

4 Por ejemplo, pensamiento y lenguaje, cf. "Es difícil distinguir – y es imposible y absurdo separar – el lenguaje del pensamiento...", Coseriu (2001).

5 Como "frase", "frase hecha", "Expresión". En muchos de estos casos se trata, también, de lo que venimos llamando colocaciones.

6 Quisiera agradecer muy cordialmente a mi colega Carmen Mellado Blanco el generoso envío oportuno de una buena parte fotocopiada de la tesis doctoral de Alonso Ramos.

 


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7 Una de las observaciones críticas de Pöll (2002: 88) a este modelo reza: "Mit manchen LF werden Verbindungen als eingeschränkt klassifiziert, die intuitiv als freie erscheinen (z.B. océano inmenso)." ('Con muchas FL se clasifican como restringidas combinaciones que intuitivamente se consideran libres').

8 Me eximo de presentar aquí una larga lista bibliográfica correspondiente, y me limito a mencionar la formidable tesis doctoral de Detges (1996), dedicada al francés.

9 De paso, no sobra anotar que el sentido de una unidad compuesta regular no se define exactamente como la "suma de sus componentes" sino a partir de los significados de los componentes y del valor de la relación establecida entre ellos: en las malagueñas salerosas y las salerosas malagueñas la diferencia de sentido radica en las funciones diferentes de especificación y de descripción, expresadas, en este caso, mediante los procedimientos de anteposición y de posposición del adjetivo. (Así como en mil doscientos y doscientos mil tenemos, con los mismos componentes, dos operaciones distintas, una suma y una multiplicación. Véase Zuluaga 1980: 122–123).

10 "Phraseologismen lassen zahlreiche Transformationen nicht zu (...), Kollokationen hingegen können im Rahmen allgemeiner syntaktischer und semantischer Grenzen modifiziert werden: correr un peligrocorrer un gran peligrocorrer peligroslos peligros que corre usw." (Pöll 2002: 86).

11 Una competente informante venezolana me ha dicho que en su país también se dice pronunciar una ponencia.

12 La cita anterior está suprimida en la segunda edición del DUE, de 1999.

13 Hay unidades fraseológicas, locuciones y enunciados, no idiomáticas (sano y salvo, común y corriente, felices Pascuas, buenas noches, más vale tarde que nunca). No parece conveniente, por lo tanto, considerar la idiomaticidad como el único rasgo distintivo de las locuciones frente a las colocaciones.

14 El saber lingüístico se entiende siempre como interindividual, intersubjetivo, v. Coseriu (2001). Este autor señala cuatro grados del saber lingüístico: el biológico, el elocucional, el idiomático y el expresivo. En el escalón expresivo, este autor observa que "el juicio puede darse genéricamente en términos de apropiado e inapropiado. Según la circunstancia a que se atienda, lo "apropiado" puede distinguirse en adecuado (con respecto a aquello de que se habla), conveniente (con respecto a las personas con que se habla o al ambiente en que ocurre el discurso) y oportuno (con respecto al momento o a la ocasión del hablar)". Estos saberes expresivos constituyen, desde luego, los criterios para juzgar el empleo de las colocaciones.

15 "Lícito es recordar que las tradiciones no son la repetición mecánica de una forma inflexible sino un alegre juego de variaciones y repeticiones" (J. L. Borges).

16 Rothkegel define, expresamente, las colocaciones en el mismo sentido de Bally: como una clase de combinaciones intermedia entre combinaciones libres y combinaciones fraseológicas.

17 "Por universo del discurso entendemos el sistema universal de significaciones al que pertenece un discurso (o un enunciado) y que determina su validez y su sentido. La literatura, la mitología, las ciencias , la matemática, en cuanto temas o 'mundos de referencia' del hablar, constituyen universos de discurso", Coseriu (1955 [1962], 318).

18 No he logrado obtener la tesis doctoral sobre Colocaciones léxicas del español actual de Koike (2000), quien, a próposito de meter un gol, tragar saliba, abrir una brecha, habla de "metaforización de los vínculos colocacionales correspondientes", cit. por Corpas Pastor (2001).

 


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19 J. Trabant (2001) señala el pensamiento de Leibniz como el origen de la lingüística cognoscitiva: Leibniz enseñó que lo que encontramos en los idiomas son saberes ("connaissances", "connaissance de notre esprit et de la merveilleuse variété de ses opérations"). Esa línea de pensamiento continúa con Humboldt, para quien la tarea del estudio comparativo de las lenguas es la descripción de las diferentes manifestaciones del espíritu humano ("verschiedenartige Offenbarwerdung der menschlichen Geisteskraft"). Luego con Saussure, quien llamaba la lengua pensamiento-sonido ("pensée-son"), es decir, pensamiento y sonido constituyen una unidad, la lengua es un saber. Viendo las cosas de esta manera – continúa Trabant – la 'verdadera' lingüística siempre ha sido cognoscitiva, aunque no expresamente con ese calificativo. Para Chomsky, como se sabe, la lingüística es parte de la psicología cognoscitiva.

20 Otros autores intentan asimilar las colocaciones a las unidades fraseológicas. Hay quien llega a afirmar que "por sus rasgos definitorios, las colocaciones constituyen unidades fraseológicas de pleno derecho". Pero, en nuestro sentir, al intentar formular una definición tan general que cobije a ambas clases de unidades, se puede correr el peligro de no caracterizar con precisión y claridad a ninguna de las dos, al menos desde el punto de vista teórico.

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